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Volverán las Oscuras Golondrinas

COMENTARIO DE TEXTO

VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS

La estructura general del poema tiene por soporte básico un procedimiento literario antiquísimo: el paralelismo entre sentimientos humanos y fenómenos de la naturaleza. Y este paralelismo, en este caso, no directo o lineal, sino contrapuesto; los fenómenos de la naturaleza se repiten constantemente pero no aquellos que fueron testigos del sentimiento humano. Mediante este paralelismo el sentimiento humano (irrepetible) está confrontado con el carácter cíclico de los fenómenos de la naturaleza, lo que produce una intensificación del sentimiento doloroso que se quiere expresar. Sin embargo, cosa curiosa, el poeta, en el fondo, no habla de su dolor directamente, sólo dice que, en el carácter cíclico de la naturaleza, no se repiten fenómenos que fueron testigos de su felicidad. Esto nos define claramente el poema pero el sentimiento doloroso se expresa con una gran delicadeza, pudor y comedimiento. No hay ni asomo de aquella ostentación, de aquel exhibicionismo sentimental tan característico de los poetas románticos de la generación anterior a Bécquer.

Fijémonos en el carácter de los elementos de la naturaleza que figuran en la antítesis. Son elementos (pájaros, flores) que crean un ambiente de intimidad y ternura, no son elementos majestuosos o grandiosos. Hay pues, una armonía entre la delicadeza del sentimiento humano expresado, o más bien sugerido, y los elementos naturales. Vale la pena ver lo acertado de la elección desde otro punto de vista: los pájaros vienen y se van, las flores florecen y desflorecen, vuelven a florecer. Tanto más cruel el dolor del sentimiento humano que, una vez muerto, no podrá renacer, en medio de una naturaleza siempre renaciente. Bécquer, al construir su paralelismo antitético, escogió los elementos cuya ciclicidad es más evidente. Esta antítesis tiene varios aspectos:

  • En primer lugar, la contraposición, ya mencionada con la repetibilidad de los fenómenos naturales.
  • En segundo lugar, la contraposición de planos temporales: el futuro (los fenómenos de la naturaleza que tienen futuro) se halla contrapuesto al pasado (al cual pertenece definitiva e irremediablemente el sentimiento humano muerto). En la primera estrofa se habla del futuro, la segunda se refiere al pasado, y lo mismo ocurre en las otras dos parejas de estrofas paralelísticas.
  • En tercer lugar, hay contraposición verbal, que, en cierto modo, marca cada pareja de estrofas paralelísticas (volverán…pero…no volverán)

Como existen varios elementos que tienen la misma finalidad, eso, indudablemente, aumenta la expresividad de lo que el poeta quiere comunicar.

La composición es sencilla. Sus seis estrofas se dividen claramente en tres parejas paralelas. En cada una de ellas aparece un motivo distinto (las golondrinas, las madreselvas, las palabras de amor). Pero todos estos motivos son, en el fondo, variaciones de un mismo motivo básico. Las tres están encuadradas por ciertos rasgos verbales: la repetición anafórica de la palabra “volverán” al principio de las primeras estrofas de cada pareja, y “pero” al principio de las estrofas segundas, y la repetición epifórica de las palabras “no volverán” al final de las estrofas segundas, excepto la última.

Las variaciones están, por tanto, organizadas según el Principio de la Simetría. Y este hecho tiene, naturalmente, su función: simetría significa orden y estamos viendo que el poema es, en la expresión del dolor comedido, pudoroso (ordenado), no hay en él frenesí alguno (desorden).

El orden secuencial de las estrofas no es, de ninguna manera, arbitraria. En las dos primeras partes se desarrolla – mediante motivos distintos – el consabido paralelismo antitético entre sentimientos humanos y fenómenos de la naturaleza. Pero en la tercera, la naturaleza (y con ella el paralelismo) desaparece, y la antítesis (vuelta – no vuelta) se realiza únicamente en el plano de los sentimientos humanos. La secuencia acaba entonces con el paso del mundo exterior al interior, al corazón del poeta. El final del poema no es, por consiguiente, un final lineal, sino un clímax, una culminación. En esta culminación, por lo demás, no sólo se rompe la serie paralelística (hombre – naturaleza) sino también la cadena de las antítesis verbales: en vez de “volverán…pero…no volverán”, en la tercera parte dice “volverán…pero…no te querrán”.   

El lenguaje del poema produce la impresión de una extraordinaria sencillez. Y no sólo en el léxico, también en la sintaxis. Es verdad que en el poema hay bastantes inversiones del orden de las palabras, pero todas ellas absolutamente transparentes. La misma sencillez se observa en el plano de las imágenes, no hay ninguna rara o sorprendente. En realidad hay muy pocas, o más exactamente, pocas imágenes que se sientan inmediatamente como tales: “lágrimas del día” y alguna más. También aparecen pocos epítetos y, entre los que hay, existe una clara tendencia hacia los que expresan cualidades intrínsecas del objeto (las oscuras golondrinas). Es cierto que los epítetos de Bécquer son en su mayoría sensoriales (expresan cualidades perceptibles por los sentidos) y por consiguiente son muy expresivos; pero al ser de este tipo se atenúa su energía expresiva potencial. Los epítetos becquerianos no son sorprendentes, reveladores, singularizadores, no “gritan”; al contrario, preceden o siguen al sustantivo como compañero silencioso y discreto, igual que el sentimiento que ayuda a evocar o sugerir.

A causa de todos los factores que hemos enumerado, el ritmo del poema es tranquilo. Es significativo el hecho de que en las dos últimas estrofas, cuando el dolor, antes contenido, se desborda. El ritmo, hasta entonces tranquilo, se desborda también.

Todos los endecasílabos del poema pertenecen a un mismo tipo: el que tienen los acentos principales en las sílabas 6ª y 10ª, con una excepción: “tu corazón de su profundo sueño”, este pertenece al tipo que los tiene en las sílabas 4ª, 8ª y 10ª. Esta única infracción a la norma se da, precisamente, en el momento en que desaparece el paralelismo hombre – naturaleza, cuando la dolorosa antítesis (volverán – no volverán) se concentra en el sentimiento humano, y cuando se menciona el corazón (órgano supremo del amor) de la amada.     

El penúltimo verso termina con una palabra esdrújula “desengáñate”. Y ésta es, indudablemente, una palabra clave: el poeta, en el colmo de la desesperación, quiere con este grito doloroso que ya no ha podido contener, intentar lo imposible, resucitar aquel amor que ha desaparecido definitivamente. En el último verso hay dos acentos contiguos (y en todo el poema no hay más que este caso): “así no te querrán”. Y éste es otro momento clave, otro grito desesperado, que tiene el mismo sentido que el anterior.

En los dos primeros versos hay evidentes inversiones del orden de las palabras. Si transcribimos en prosa el poema “Las golondrinas oscuras volverán a colgar sus nidos en tu balcón” y comparamos las dos versiones, vemos que en la prosa esta frase constituye una sola oración; en la parte versificada, en cambio, consta de dos versos. Gracias a este hecho la enunciación en verso resulta más expresiva que la prosa.

Hay otras diferencias sintácticas importantes: el primer verso empieza con el verbo “volverán”. Este, en la versión en prosa, resulta sólo una especie de verbo auxiliar “volverán a colgar”, podría, incluso, ser sustituido en su función por un adverbio (colgarán otra vez), es por lo tanto un elemento completamente secundario. Por el contrario, en la enunciación versificada “volverán” está separado de “colgarán” resultando con ello independiente. Gracias a esta independización recupera su pleno significación (el de volver) y por tanto se puede referir a un sujeto “las golondrinas oscuras”.  El primer verso del poema podría existir como oración independiente: “Volverán las oscuras golondrinas”, punto.

Así con la inversión del orden lógico de las palabras (hipérbaton) se crea una tensión semántica: la verdadera función de “volverán” se conoce sólo después de leer los dos versos enteros. Pero aún entonces sigue sin perder su función ni su importancia. Su independencia es más importante por el hecho de que se refiere al motivo fundamental del poema: el de “vuelta – no vuelta”. Si sustituyéramos el verbo “volverán” por el adverbio “otra vez”, no cambiaría la medida ni el ritmo pero la carga de significado (y con ello gran parte de la afectividad) desaparecería.

Con la inversión del orden del primer verso se coloca “las oscuras golondrinas” al final, se consigue así dar relieve a la realidad que representan. Esto es fundamental para transmitir la idea que quiere el poeta, pues las golondrinas son uno de los elementos de la naturaleza (cuidadosamente escogido) que dan lugar al paralelismo antitético el cual constituye el soporte básico del poema. Así, gracias a la inversión de las palabras del primer verso, tenemos dos elementos que forman parte del eje semántico.

Veamos ahora el segundo verso. El núcleo del enunciado figura al final y no al principio del verso (de tu balcón sus nidos). Con este hipérbaton el núcleo adquiere un peso semántico mayor.

En resumen, vemos que el verso consigue poner de relieve otros elementos que no constituyen el núcleo de la oración. El verso, por tanto, dice más que la prosa, tiene otros procedimientos para resaltar o transmitir ideas diferentes del léxico y la sintaxis. Si no fuera así no valdría la pena componerlos. Queda demostrado así que el hipérbaton no es un mero recurso técnico sino que también cumple una función semántica.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban 5
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar, 10
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día… 15
¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará. 20

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!

Sílabas: Versos de once y siete.

Rima: Asonancia en á en los versos pares.

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