Alfonsina Storni (1892-1938) Se arrojó al Mar de Plata con 46 años
Apenas con cuatro años llega a Argentina desde el sur de Suiza. Pobre y con un padre alcohólico y violento, a los diez años friega la loza del café donde trabajan sus hermanos y su madre. Pasa años en un taller de costura.
A los quince sustituye a la actriz de una pequeña compañía que está de paso y, con el apoyo de su madre, sale de gira por el país. Después de haber sufrido acoso sexual por parte de un cacique, decide volver a Santa Fe y comienza estudios de Magisterio. Para poder pagarlos trabaja de celadora en la misma escuela, pero el dinero no llega y los fines de semana viaja a Rosario donde actúa y canta en un tabladillo cabaretero. Funda el Comité Feminista de Santa Fe.
Ya ejerce de maestra rural y ha publicado algún poema en la prensa local cuando asume el compromiso del embarazo. Decide ser otra en otro lugar, extranjera en Buenos Aires. Es mujer y quiere ser escritora sin dejar de ser mujer. La supervivencia es muy dura, pero ama la soledad y a su hijo a punto de nacer. Después de trabajos ocasionales es responsable de un Hogar para Huérfanos Belgas llegados a Argentina durante la invasión alemana.
Madre soltera, extranjera, un trabajo difícil, para aliviar tanta tensión acude a la poesía amorosa, dice «para no morir». En 1918 empieza a ser reconocida como poeta. La invitan frecuentemente para recitar sus poemas en locales socialistas, bibliotecas de barrio, modestas salas de teatro. Muchas mujeres acuden a escucharla.
Publica cuatro poemarios en cinco años, escribe febrilmente, casi con desesperación, en los cafés, en el tranvía, entre clase y clase. Uno tras otro nacen sus poemas, los pule, los retoca, revisa los detalles, por eso casi siempre está cansada.
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