Tanta miseria política y económica contrasta poderosamente con el auge brillantìsimo de las Artes. Llegan a Castilla los reflejos del Renacimiento italiano. Lenta pero constantemente van variando los gustos de la Corte. Los mismos nobles cultivan en sus ocios la poesía. Y algunos destacan poderosamente. Se leen las obras de los italianos, se comentan, se copian y se difunden. Y sobre todo, se imitan.
